miércoles, 7 de enero de 2015

Vidas de Cine XXXVI

   Sin duda, Orson Welles, siempre polemico, en cierta ocasion llego a dar su opinion sobre la marihuana; por otro lado, en la epoca en que Charlton Heston se encontraba filmando: 55 Días en Pekin, le pago a su chofer, de su propio bolsillo, el dinero atrasado del sueldo que le debia la productora; seguido a Heston, se podra leer el recuerdo de Marcello Mastroianni sobre el film: Amantes, y para finalizar esta nueva entrega de la seccion de: Vidas de Cine, lo que le ocurria hace muchisimos años atras a Omar Sharif en una cafeteria, por haber entrado vestido con un uniforme nazi. Con ustedes, los actores:

   Orson Welles era partidario del consumo legal de marihuana; en primer lugar negaba que la marihuana fuera, al contrario que el resto de los estupefacientes, " un suicidio". " La marihuana es la cerveza de las drogas", llego a explicar Welles hace mucho tiempo atras. " Si no hubiera leyes contra ella y los ¨maderos¨ no se relacionaran con ella, su popularidad disminuiria enormemente. Dado que su efecto es menor que el de la cerveza y te causa un terrible mal aliento, es algo socialmente desagradable excepto cuando todo el mundo la fuma. En rigor no hay nada importante en su contra. Fue un terrible error declararla ilegal, porque en sí es algo bastante inocente. En todas partes del mundo la fuman niños de ocho a diez años con efectos mucho menos nocivos que el de los vasos de vino que los franceses les dan a sus hijos. Porque se ha dado a su uso un halo de ilicitud y porque en cierto modo está relacionada con la protesta y cierto sentimiento anticonvencional, contrario a la policía y todas esas cosas, ese tipo de neurótico que tiene el hábito de la marihuana puede ser inducido a pasarse a otras drogas nocivas de verdad. La marihuana es un droga que esta excesivamente sobrevalorada. Es muy difícil conseguir la suficiente cantidad de marihuana de buena calidad para que produzca un ¨viaje¨ que justifique todo el esfuerzo y los problemas que trae consigo".

Durante la filmacion de: 55 Días en Pekin, Charlton Heston tenia un chofer español llamado Ricardo Perez. En cierta ocasion, queriendo practicar el castellano que habia aprendido, se subió al vehículo y le dijo a Pérez: " ¿Cómo va, viejo? ¿ Todo en orden?" . A lo que Pérez respondio: " Bastente bien, señor, solo que hace cinco semanas que no me pagan". "¡Cinco semanas! ¿Por qué no me lo has comentado antes? Espera, ni arranques. Iré a decirselo al señor Prades". Rapidamente Heston fue hasta el despacho de Jaime Prades, el interventor del productor de la pelicula, Samuel Bronston, y le comento el problema de Pérez. Prades indignado prometio que el chofer cobraria de inmediato todos los atrasos. Una semana más tarde, Heston volvio a preguntarle a Pérez: "¿Has cobrado ya los atrasos?". "No, señor", respondió el pobre Pérez. "Nadie quiere hablarme del asunto. Ya son mas de seis semanas". Entonces, en aquella ocasion, el enfurecido resulto ser Heston que regreso al despacho de Prades, y le dijo: " Jaime, ¿qué diablos pasa aquí? ¿Lleváis gastados no sé cuántos millones en esta película y le regateáis el dinero a un pobre chófer que trabaja por poco dinero a la semana?". Prades otra vez se indigno, y nuevamente le prometio a Heston que el chófer por fin cobraría, pero nada sucedio. Al final, Heston volvió a presentarse otro día ante Prades, quien al verle exclamo: "¡Chuck! ¡Por favor, por favor, no me digas que tu pobre Ric todavia no tiene su dinero!". "No, Jaime", respondio Heston, "Ric ya ha cobrado. Le he pagado yo. Lo que le debíais y un mes por adelantado. Ahora no le debéis nada a él, me lo debéis a mi. Me gustaría cobrar ahora mismo, por favor". Prades no le dijo nada al actor y le pago en el acto.                         

Sobre el film: Amantes, Marcello Mastroianni recordaba lo siguiente: ¨Leí el guión y me pareció una verdadera tontería. No comprendía por qué había que hacer una película tan banal. Me quejé de ello a Ponti: ¨Con la oportunidad que tenemos de contar con una actriz internacional como Faye Dunaway... ¿por qué esta película?. ¨Oh, eso ve a contarselo a De Sica¨, me respondio Ponti. Para nada lerdo, Mastroianni se presentó en la casa del "comendador" De Sica ( él siempre le llamaba asi)  y le hecho en cara: ¨ Buenos días comendador. ¡Esta película es una mierda! A lo que De Sica le respondio: ¨¿Y quién va a pagar nuestras deudas si no la hacemos?¨ ¨ Sobre tal recuerdo, el actor lo concluyo asi:¨Firmamos en el acto. Lamentablemente, no salió una buena película¨.            

 Durante el rodaje de: La Noche de los Generales, 1967, dirigida por Anatole Litvak en la cual Peter O'Toole y Omar Sharif volvieron a trabajar juntos despues de hacerlo en: Lawrence de Arabia, 1962, dirigida por David Lean. Sharif estaba muy contento de trabajar en dicho rodaje y de tenerlo por compañero a O'Toole, pero vestir como un oficial alemán  de la Segunda Guerra Mundial le resultaba incomodo, al respecto llego a recordar lo que le ocurrio una vez en que entro en una cafeteria: "... el vestir el uniforme alemán me parecia incompatible con mi físico y con mi naturaleza. ¨Es grotesco¨, fue mi primera reacción. Anatole Litvak, el director, insistió: ¨Hagamos una prueba¨. Esta fue muy conveniente. Una vez me afeité el bigote, el uniforme hizo de mí otro hombre".  Pero una cosa era lucirlo en el set, y otra...: " Estabamos en enero. Rodábamos en las calles de Varsovia. Hacía un frío glacial. Entre dos planos, de forma inconsciente, entré, todavia con el uniforme, en una cafetería para tomar un café. Vi a mi alrededor miradas miedosas, aterradas, incluso las lágrimas asomaban a los ojos de las personas que estaban allí. ¨No soy alemán...¨, aclare muy deprisa. ¨Estoy rodando una pelicula norteamericana... Soy norteamericano...¨. Incluso tuve que usurpar una nacionalidad para intentar tranquilizarlos. Nadie me replicó. El camarero se negó a servirme. de forma brutal, comprendí la incongruencia de aquel uniforme alemàn en aquel pacífico bar de un barrio polaco. Sentí la tristeza que inspiraba. Salí realmente consternado. A la mañana siguiente, por curiosidad, volví a aquel pequeño café, entre dos planos, todavia vestido con aquel maldito uniforme, y recibí la misma negativa y provoqué identica consternación. Aunque habían transcurrido veintidós años, no se había atenuado de ninguna forma ni el sufrimiento ni el horror. Aquel día supe que el tiempo, a veces, es impotente para hacer olvidar. Nos quedamos un mes en Varsovia, y llevé de forma constante el uniforme alemán. Yo, que nunca había vivido la invasión de los nazis, aprendí a detestarlos".